El Exorcismo de La Maison Dior



No crean por un segundo que Simons era una especie de segunda opción después de que Marc Jacobs declinara la oferta para convertirse en el director creativo de Dior. No habría mejor candidato que el diseñador belga para exorcizar definitivamente a la icónica casa de “los demonios” de Galliano que aún dejaban ver su rastro en las colecciones que Gaytten lideró en su esforzada suplencia.
Photo BOF

La proclamación de un triunfo antes que la primera modelo saliera a la pasarela no era casualidad. La crítica ya borracha de expectativa, cegada por el talento de un diseñador prominente y el nombre de una casa legendaria estaba tan ansiosa de un hit como los directivos de Dior. Sin menospreciar en lo absoluto el debut del belga (no es menuda hazaña armar en tres meses una colección de Haute Couture), tal vez hubo demasiado alarde para algo que era más que evidente: la naturaleza minimalista de Simons con esos talleres exquisitos a su disposición y, la movida lógica que todo debutante hace de revisitar el ADN de la marca, no podía arrojar otro resultado. 

Era exactamente lo que querían los directivos: depurar la casa de todos los excesos y vestigios de Galliano. Y lo lograron de una manera tan eficiente, que de él solo quedaron las infladas ganancias que trajo a la maison Dior durante sus 15 años como director creativo. Simons no solo es diametralmente opuesto a su predecesor en códigos estéticos, sino en forma de ser. El mismo Arnault comentó que “él era la elección perfecta, está lleno de ideas y es una persona la cual es fácil trabajar”.
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Además, recientemente la Alta Costura está tomando un giro que busca, más que enormes despliegues ostentosos de creatividad y lujo desbordado, enfocarse en los pequeños detalles que la han hecho única, en un lujo discreto como el abrigo sin mangas de Chanel que tomó 3000 horas en bordar o los vestidos que abrieron el desfile de Valentino, calificados como “minimalistas” por algunos crtíticos (en comparación con otros tiempos de la casa italiana). Este giro ni siquiera apunta a las estrellas en la alfombra roja; busca atraer a las verdaderas clientas de Haute Couture. Y en ese sentido, las piezas de Simons irán directo al guardarropa de estas compradoras, no al siguiente espectáculo de una Lady Gaga.

No debe olvidarse que una casa de moda, y menos una como Dior, no la hace uno, y que además tiene 65 años de tradición que han sobrevivido tiempos más difíciles. Ahora Simons, con miles de talentosos anónimos trabajando para él en este matrimonio tan perfectamente arreglado, debe lograr mucho más que un sinfín de espectadores de renombre, y más que rehacer hermosamente códigos legendarios. Claro, es solo el comienzo. Un lógico comienzo. Y parece indicar que va por buen camino.

-Graciela Martin. @descosido_